Los primeros pobladores de Tecamachalco provinieron de San Simón Yehualtepec y Tlacotepec, que expulsados por la escasez de agua en esa zona (faldas del Cerro del Monumento), se acentuaron en lo que hoy se conoce como el barrio de San Sebastián, así como en el área de Capula (por la abundancia de árboles de capulín). En San Sebastian habrían pozos de agua, los cuales aprovecharon los nuevos pobladores.
Los primeros pobladores acostumbraron a venerar al dios Cuespa, que supuestamente habitaba en el Cerro del Aguila, y que precisamente estaba estrechamente vinculado con el agua y las lluvias. El hogar de Cuespa era una quebrada, una abertura hidrológica del cerro, a la cual comenzaron a denominar como «La cueva del Rey».
Esos pobladores nuevos o primitivos tenían la costumbre de venerar al dios Cuespa, uno que dicen que vivía ahí en el rincón del cerro -yo eso lo conocí por pláticas-, lo iban a venerar y le iban a pedir que lloviera, y llovía. Así es de quién sabe cómo era eso.
García Bedolla, 1978, pp. 27-28
Por lo que yo me acuerdo todavía, cuando yo era chamaco de 12 años, en todo ese rumbo siempre se daban los trigales y siempre se veía cuando empezaba el agüita, ahí en el rincón del cerro, ahí se descolgaba el agua, y ahí se iba dando la vuelta a la milpa y todo el campo quedaba regado.»
